Una vez despejado el “efecto Pichetto” y el impacto del mensaje dovish de la FED, la plaza local siguió volvió a mostrar las limitaciones que tiene el actual modelo económico.
El Tesoro logró renovar todos los vencimientos en LETEs y LECAPS, pero para el primer caso requirió la ayuda del FGS a fin de no convalidar tasa superiores al 7,5% para una colocación con vencimiento a principios de 2020. Esta alerta en los niveles de tasas que empieza a exigir el mercado para renovar, en línea con el elevado nivel de Riesgo País, parece ser una constante y será cada vez más compleja a medida que avance el segundo semestre.
El BCRA tocó el mínimo de tasa comprometido como piso por parte del COPOM y la baja de interese debe posponerse hasta julio, cuando el organismo deberá decidir si mantiene el mínimo o define una nueva tasa mínima.
Al igual que la semana pasada, las acciones y bonos argentinos estuvieron estables. En el caso de los bonos se destaca un leve corrimiento hacia arriba en la curva de rendimientos, pero sin impacto el Riesgo País (estable en torno a 850 pb) debido a los importantes aumentos de rendimiento en las t-notes y bonds en Estados Unidos, lo que ayudó a reducir el spread soberano. Esto vuelve a evidenciar que todavía no hay indicios para afirmar un cambio de ciclo o tendencia en los mercados financieros para el país.
Sin embargo, la estabilidad del dólar (e incluso su baja) sigue siendo la principal herramienta económica que exhibe el modelo. La misma está basada en 4 pilares más que endebles: la baja de la inflación (artificial por la reprogramación tarifaria para las post-elecciones), las buenas ruedas internacionales para emergentes, el menor nivel de actividad (que no implica menores ganancias para los bancos) y la fuerte llegada de capitales especulativos desde el exterior (esto se vio muy fuerte, por ejemplo, en la reapertura de los BOTAPOs).
