En una conmovedora muestra de amor fraternal, Mariana, de 49 años y residente de Neuquén, se convirtió en el rayo de esperanza para su hermano Maximiliano, de 40 años, quien reside en Burzaco. La vida de Maximiliano estaba en vilo, esperando un trasplante de riñón que finalmente llegó de la mano de su valiente hermana.
El paciente había aguardado en la lista de espera para un trasplante de riñón de un donante fallecido, sin embargo, la oportunidad no se presentaba. Fue entonces cuando, con un gesto que desborda generosidad, Mariana se ofreció como donante. Esta valiente mujer, enfermera de profesión, desplegó un acto de amor y altruismo que conmovió al equipo médico del Hospital de Alta Complejidad (HEC).
El nefrólogo Matías Melideo, del hospital de Plottier en Neuquén, realizó rigurosos estudios que confirmaron la compatibilidad entre los hermanos. A partir de este momento, se organizó meticulosamente el operativo que culminaría con la intervención quirúrgica en el HEC.
Maximiliano, desde temprana edad, enfrentó el síndrome urémico hemolítico, que desencadenó una insuficiencia renal. En 2019, la diálisis se convirtió en su compañera de vida. Mariana, siendo la hermana mayor y consciente del sufrimiento de su amado hermano, no dudó un instante. «Lo consulté con mis hijos Matías de 26 años, Juan Pablo de 25 y Emanuel de 12. Todos decidimos que era la mejor decisión. Desde que mi hermano comenzó con la diálisis, siempre supe que yo era la donante. Nací para salvarle la vida», confesó con lágrimas en los ojos y el corazón rebosante de emoción.
Esta historia de amor y solidaridad entre hermanos es un recordatorio conmovedor de que las segundas oportunidades son posibles gracias a la donación y al incansable esfuerzo de los equipos de salud pública. Este acto desinteresado deja una huella imborrable en el corazón de todos aquellos que tienen el privilegio de conocerlo.
