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Mabel Álvarez, historiadora de Lanús Valentín Alsina: cuna de artistas, tradiciones y ejemplo de solidaridad barrial.

Cuna de artistas y de tradiciones populares, Valentín Alsina supo ser también un ejemplo de solidaridad barrial y de autoayuda entre los vecinos frente a una situación dramática.

Sucedió en 1967 cuando una devastadora inundación asoló y llenó de angustia a miles de familias de esta ciudad y de otros barrios del municipio de Lanús.

«Los que tenían terraza en sus viviendas alojaban a otros vecinos para pasar la emergencia, se compartían los alimentos y muchos panaderos y verduleros llegaban con sus carros para traer fruta y leche para los niños. Fueron momentos desesperantes con mucho miedo por las noches cuando el agua seguía subiendo, pero la actitud de la gente fue conmovedora», recuerda la historiadora Mabel Alvarez.

El diálogo con esta destacada vecina de nuestra comunidad, permite recorrer imágenes de un hecho histórico que quedó muy arraigado en la memoria colectiva de Lanús.

Y evocar esas vivencias y la generosa respuesta que hermanó solidariamente a los vecinos ante la adversidad, es un valioso estímulo que ayuda a transitar este tiempo difícil y de tanta incertidumbre que nos toca vivir hoy, bajo la amenaza de una pandemia.

Mabel fue testigo de este y otros muchos hitos históricos que marcaron la vida de Valentín Alsina, que cultivaron su acervo cultural y que la proyectaron como una de las zonas más pujantes de Lanús.

¿Es acertado hablar de Valentín Alsina con una identidad propia y características singulares, más allá de su pertenencia institucional al Municipio de Lanús?

“Valentín Alsina tiene sin dudas una identidad propia y características singulares. En principio debido a su larga vida desde su creación oficial el 6 de septiembre de 1875, a partir de la autorización del plano de loteo ordenado por el dueño de estas tierras, Daniel de Solier.

Esa identidad fue reforzada con los lazos familiares de sus pobladores que, de abuelos, padres e hijos, heredaron el amor por este lugar y la creatividad para seguir protagonizando el día a día comunitario”.

¿Cuáles fueron las principales corrientes inmigratorias que poblaron Valentín Alsina y cuál fue su legado y patrimonio cultural que aún hoy persisten?

“Las principales corrientes fueron la italiana y la española, sobre todo de los inmigrantes que llegaron de Galicia. También los polacos y los armenios que a partir del genocidio sufrido por su valiente pueblo, llegaron en miles a nuestro país. Una parte se afincó en Palermo y otra importante en Valentín Alsina.

Los rusos encontraron aquí la paz después de tantas guerras y muchos árabes llegaron a convivir siendo vecinos en sus comercios sobre la avenida (el viejo Bulevar Alsina) hoy avenida Presidente Perón. La instalación de grandes establecimientos fabriles sirvió de apoyo, al generar gran cantidad de puestos laborales, para insertar a estos viajeros que, en muchos casos, no dominaban nuestro idioma”.

¿Marca alguna influencia particular desde lo urbano o entre sus habitantes el hecho de ser una ciudad ribereña?

“Sin duda desde lo urbano marca una influencia particular. El Riachuelo fue una presencia importante en el paisaje y la vida cotidiana. Al principio no existía la posibilidad de cruzarlo, pero a partir de la figura de Enrique Ochoa un empresario afincado en esta localidad, desde 1853 fueron naciendo los diferentes puentes, algunas veces arrasados por la creciente de las aguas del río. A través de los años fueron cinco puentes que culminaron con el actual, nacido en 1938 de estilo neocolonial”.

Valentín Alsina fue una de las poblaciones más afectadas por la inundación de 1967 ¿cómo se reconstruyó tras esa grave emergencia?

“Esta inundación, que fue una verdadera emergencia en todo Lanús, forma parte de nuestros recuerdos de adolescencia. Sentir por las noches que el agua seguía subiendo, conforma una sensación que no hemos podido olvidar. Luego de la evaluación de los daños producidos, mientras no se resolvía la situación, se pudo valorar el espíritu solidario de aquellos vecinos que teniendo en sus viviendas una terraza, alojaban a muchas familias para pasar esos momentos desesperantes. Y allí se compartían alimentos con el toque que cada familia aportaba según su lugar de procedencia. Sin dudas el protagonista del momento fue el calentador Bram Metal, que fuera de las cocinas y el gas, paliaba la necesidad de poder cocinar los alimentos. En aquel momento muchos panaderos de Lanús -algunos familiares-, llegaban con sus carros trayendo pan, fideos, naranjas y leche para los niños de la localidad”.

Hoy vivimos y somos protagonistas de una pandemia que nos enfrenta a un desafío al igual que en aquella recordada inundación. ¿Cómo se está viviendo localmente y qué cambios o nuevos hábitos cree que se impondrán?

“La diferencia es que en aquella época podíamos juntarnos y compartir, abrazarnos…. Con ese consuelo era más fácil salir del dolor. Esta situación es inédita, solo comparable con aquella terrible epidemia de poliomielitis infantil que nos asoló en 1952 y 1956, donde al principio tampoco había vacunas, hasta que llegaron primero la Salk y luego la Sabin Oral y así los niños se protegieron y los padres respiraron. Localmente en la actualidad, convivimos con mucho acatamiento de la población, una gran baja en el consumo y dificultades para los comercios, como en todos lados. Los nuevos hábitos que quedarán serán la higiene personal, la de los hogares, la distancia social -que es lo que más nos cuesta- y un miedo subyacente a cómo será el futuro”.

¿Qué simboliza, más allá de la imponencia arquitectónica, el Puente Alsina? el tradicional paso de conexión y puerta de entrada desde la Capital Federal al conurbano sur

“La imponencia a la que nos acostumbramos resume la belleza del estilo neocolonial que empezó a difundirse en el país luego de muchos años de arquitectura francesa e inglesa.

Fue la reafirmación del nacionalismo pregonado por Ricardo Rojas que alentaba rescatar los valores americanos y argentinos en todos los rubros de la creatividad artística. Los inmigrantes recordaban en sus anécdotas el hecho de que cuando cruzaban aquel puente de 1910, las tablas crujían y se movían causando temor y dudas de no llegar al otro lado.

Además, el puente actual de 1938, tenía baños públicos en épocas en que no había agua caliente en los hogares, ni gas natural, y la alcuza con el alcohol era la protagonista de las precarias duchas en las casas. Era muy común ver entonces las filas de obreros llevando una muda de ropa en sus manos, jabón y toalla y pasar por los baños públicos del puente, donde el agua caliente les reparaba el frío”.

¿Qué originó esa conexión tan especial que tiene Valentín Alsina con la música y que se ha expresado tanto con el tango en los años ‘30 y ‘40, pero también más tarde con el rock barrial?

“Valentín Alsina tiene con el tango una relación ancestral. Tanto en los años ’30 y ’40 y tal vez un poco antes. En principio muchas muchachas y muchachos aprendían a ejecutar instrumentos: piano las chicas y bandoneón los chicos. Había pequeñas orquestas que amenizaban bailes en las antiguas instituciones. Hay que recordar que no había televisión y la radio era el único medio de comunicación para las clases bajas.

Edmundo Lionel Rivero era de Alsina, había nacido en 1911 y era hijo del jefe de estación del Ferrocarril Midland que estaba situado bajo el Puente Alsina. El joven se hacía la rabona yendo en ese tren junto a los baqueanos que traían ganado a pie desde el interior de la provincia de Buenos Aires, y en esos periplos aprendía de ellos las milongas mientras tocaba la guitarra.

También y pese a haber nacido en Italia, de apellido Recagno, otro gran cantante que hacía suspirar a las chicas por lo apuesto que era, fue Alberto Morán, famoso por la interpretación del tango “Pasional”. Luego de sus noches artísticas, solía llegar sobre las 6 de la mañana, a la ferretería de sus padres en la calle República, vestido de smoking con el moñito suelto, mientras alguna vecina tempranera, al barrer la vereda, se sonrojaba al descubrirlo.

También transitó por estas veredas el querible Tito Reyes, mimado por Aníbal Troilo en sus últimos años, quien vivió en varias casas de la localidad.

Una anécdota poco conocida le sucedió a la cantante Nelly Omar, famosa por su interpretación de “La descamisada”, que se presentó una noche en el Teatro “Carlos Gardel” de Valentín Alsina y el público enfervorizado la sacó en andas a la calle proclamándola “¡La Gardel con polleras!”.

Y no podemos dejar de mencionar a alguien que se radicó aquí hace más de 20 años, elpianista Oscar De Elía, director de la Orquesta Filiberto. No podemos olvidar su concierto “60 Tangos en 60 Minutos”, donde ejecutaba con maestría conocidos y difíciles tangos y los entremezclaba con piezas de música clásica, con igual destreza.

En cuanto al rock es fácil establecer conexiones, porque esa rama de la música nacional tiene mucha conexión con el tango y muchos cantantes interpretan algunos temas de ese género con impresionantes versiones. En la actualidad muchos jóvenes de la localidad se dedican al rock y son muy buenos músicos”.

¿Cuáles son los principales motivos de orgullo de sus habitantes?

“Creo que el principal motivo es “pertenecer”, lo cual es comprensible porque esto viene del rescate de la memoria de abuelos, padres e hijos, que tejieron una trama social que le dio sustento a la vida cotidiana de la ciudad, además de los hitos institucionales como las sociedades, y los clubes”.

¿Podría mencionar, a modo de recuerdo, personalidades destacadas, industrias tradicionales o artistas populares?

“Podríamos empezar por Roberto Sánchez, Sandro, que debutó como cantante en el local de la Sociedad Polonesa de la calle Palacios y algunos, aún hoy se jactan de ser sus amigos. Lamentablemente una vez que probó las mieles de la fama, se mudó a la mansión de Banfield y detrás de sus muros inexpugnables siguió construyendo su vida artística.

También nació aquí Ricardo Montaner, quien siente un amor indescifrable por este lugar. Vino de visita con su esposa Marlene, sus hijos, su hija Eva Luna, con quienes se retrató con personajes y lugares del barrio, como la gente de la panadería “El Trigo de Oro” o Miguel, el quiosquero de diarios de la plaza, fotos que luego fueron publicadas por importantes revistas del espectáculo.

También pasaron por estas calles Patricia Sosa y su esposo Oscar Mediavilla –nacido aquí-, que integraron el grupo de rock “La Torre” cuya fama llegó hasta Rusia. Tenían un importante estudio de grabación, que muchas veces visitaba Juan Carlos Baglietto, músico rosarino muy amigo de ellos”.

EN PRIMERA PERSONA…

Toda una vida en Valentín Alsina, ¿qué la impulsó a escribir un libro sobre este lugar?

¿Algo así como un tributo o gratitud?

“Mi libro, que se llama “Valentín Alsina, una ciudad para vivir” editado por Dunken en noviembre de 2018, fue un proyecto que acuné por mucho tiempo y llevó mucho trabajo.

Durante casi 30 años me dediqué a la investigación de la historia local. En junio de 1991,

junto con otros vecinos destacados de la localidad fundamos la Junta de Estudios Históricos de Valentín Alsina y sentamos las bases de un Archivo Histórico con el objetivo de recopilar la historia colectiva alsinense y guardarla en un sitio donde pudiera ser rescatada y consultada.

Recibimos miles de consultas de docentes, alumnos de todos los niveles educativos, así como universitarios. También organizamos cinco congresos Histórico–Geográficos que produjeron trabajos de investigación sobre historia local. Así se recopilaron diez tomos todos con trabajos históricos sobre la zona y partidos adyacentes, que están a disposición de quienes quieran consultarlos en la Biblioteca Popular Sarmiento.

En cuanto a mi libro siento que fue un tributo a mi familia, mis maestros, mis vecinos que lo han llegado a sentir como algo que les pertenece desde el alma. Y esto encierra también gratitud por todo lo que este lugar le dio a mi vida y moldeó mis recuerdos”.

Si pudiera proyectar una Valentín Alsina del futuro, ¿Cómo le gustaría que fuera?

“Me gustaría que estuviese llena de chicos por las mañanas y por las tardes, yendo a las distintas escuelas y no con tanto silencio como hay ahora. También ver todas las plazas con niños jugando. Los vecinos y las vecinas caminando por la avenida, yendo de compras, y parando de tanto en tanto con otras vecinas, a comentar las últimas noticias del barrio. Y por supuesto escuchar los ruidos del transporte público y ver todos los comercios abiertos y llenos de vida”.

Educadora, historiadora, cantante de tango (como Mabel Alsina), nominada personalidad de la Cultura por el Rotary Club de Valentín Alsina, ¿le queda algo pendiente?

“En esta Argentina donde queda tanto por hacer, siempre hay algo pendiente que el tiempo no nos permitió concretar. Seguir investigando, tal vez publicar otro libro, tengo un trabajo sobre varias familias de Alsina que me gustaría dar a conocer. Y sobre todo seguir asistiendo tecnológicamente a mi esposo Rudi Varela, un gran historiador que publicó importantes libros, y actualmente está confeccionando otro, el Tomo II de la localidad Piñeiro, cuyo tomo I vio la luz en 2016”.

¿Un recuerdo vinculado al lugar?

“El recuerdo tiene color familiar. Mis tíos, tías y primos de enfrente, mi tía Florinda cantando canciones gallegas acompañada por el sonido de las gaitas, recreando un lugar similar al pueblo donde nacieron. La tía Amparo con su sonrisa y su profesionalismo de enfermera querida, que la llevaba por los hogares de Alsina a colocar inyecciones y tomar la presión.

Las risas en medio de los juegos de cartas tradiciones como la brisca y la escoba de 15, anotando con los imperdibles porotos. Mi hermana… Todo tiene el calor del recuerdo que abriga y que nos hace sentir menos solos…”

¿Un lugar emblemático, favorito o entrañable?

“La Biblioteca Popular Sarmiento, desde los 15 años que allí me festejaron, hasta cada uno de los años en los que pude acompañar su crecimiento y desarrollo”.

Por Marcela Listorti (Periodista de la Secretaría de Comunicación Social)

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