Dicen que el mundo es de los valientes y María Belén Bustelo parece confirmarlo. Ella es psicopedagoga (Usal) y fundadora del Centro Educativo Idear ubicado en Valentín Alsina.
Como a muchos otros emprendedores, la pandemia la puso entre las cuerdas y no le dejó otra opción que reinventarse si quería seguir adelante con el sueño de tener y dirigir su propio instituto. Los resultados están a la vista: no sólo logró conservar a la mayoría de sus alumnos y pacientes sino que además, también se incorporaron chicos del interior del país.
¿Cuál fue tu reacción inicial cuando el Gobierno decretó la cuarentena y cómo impactó en el instituto?
Fue de muchísima ansiedad e incertidumbre ya que implicaba tener que reformular por completo el modo en el que se estaban dictando las clases hasta ese momento.
Lo positivo es que enseguida implementamos diferentes capacitaciones tanto para los profesionales como para los padres, como así también, iniciamos un proceso de reorganización interna que posibilitó seguir con las clases desde una modalidad remota sin perder eficacia y cuidando la calidad de los contenidos.
¿Cuáles fueron los cambios que empezaban a ser urgentes y que te obligaron a buscar soluciones creativas?
Sin dudas, la prioridad era pasar de una modalidad de enseñanza presencial a otra totalmente online. Y eso fue un gran desafío que, al día de hoy nos llena de orgullo porque tanto los alumnos como los pacientes de la institución nunca vieron interrumpidas sus clases ni su educación a pesar de que jamás habíamos trabajado de esa manera. Más allá que, como directora, empecé a tomar clases y cursos para aprender a utilizar las diversas plataformas virtuales esto no hubiera sido posible sin el equipo de profesionales que me acompaña.
Otra cuestión urgente era lograr mantener la confianza de los padres y la atención de los chicos quienes, poco a poco, empezaron a disfrutar con la propuesta gracias a los contenidos didácticos y ágiles que desarrollamos en la institución. Claro que para alcanzar este resultado, tuvimos que capacitar a todo el grupo familiar ya que, en un primer momento, nos encontramos con que había muchas dificultades con el uso de la tecnología dentro de los hogares. Para ayudarlos, hicimos tutoriales y realizamos reuniones virtuales.
¿Cómo está conformado el equipo de trabajo de Idear?
Tenemos profesores de inglés y de diversas materias que se dictan en el nivel secundario quienes brindan las clases de apoyo. También, contamos con el grupo terapéutico conformado por una psicóloga, una psicopedagoga y una fonoaudióloga. Todos ellos tuvieron que incorporar herramientas digitales tales como, Zoom, Canva o incluso juegos interactivos.
¿Se mantuvo la matrícula en los últimos 4 meses?
Ocurrió algo muy interesante porque si bien logramos conservar a la mayor parte de los inscriptos, no obstante, la tecnología permitió que se sumen a nuestra institución muchos alumnos del interior. Hoy tenemos chicos que se conectan desde La Rioja con un centro privado que está en Lanús porque se interesaron en esta propuesta, algo que no hubiéramos podido concretar nunca mediante la modalidad presencial y que, a su vez, nos permite expandir los horizontes y crecer como institución educativa.
¿Cómo reaccionaron los chicos para quienes el contacto directo con su maestro o terapeuta era parte de su núcleo social?
Al igual que sus padres, tuvieron que aprender y acostumbrarse a que las clases o las sesiones iban a estar mediadas por una computadora. Además, debieron incorporar muchísimas herramientas digitales ya que, a pesar de pertenecer a la generación de los millennials o centennials, su mayor desempeño es en redes sociales y juegos de Playstation.
Otra situación que advertimos fue que, como la mayoría de los colegios no estaban dictando clases online, la nuestra era la única que tenían por Zoom. Ello les ocasionó una pérdida del ritmo escolar que luego se vio reflejado en casos de ansiedad y estrés frente a los exámenes.
¿Hubo efectos psicológicos marcados producto del encierro en los niños?
Sí. Los más visibles fueron ansiedad, cambios muy bruscos de humor, tristeza, llanto repentino, excesivo o inmotivado, apatía y reducción de la energía. También, mayores episodios de miedos o berrinches producto de la falta de socialización y el sedentarismo.
¿Qué herramientas o actividades recomendaste para contrarrestar esas horas de encierro?
Actividades de cocina, regular las horas frente a la Play Station, fomentar el diálogo entre los integrantes de la familia, pintar y hacer manualidades o incluso ayudar a sus padres con las tareas domésticas me parecen las más importantes.
¿Qué cambios dejará el Coronavirus en el ámbito educativo?
Considero que el Covid-19 generó un impacto profundo en el ámbito educacional porque no sólo puso de manifiesto un montón de falencias sino que además, evidenció el alto grado de desinterés que hubo sobre el sector académico durante muchísimos años. En mi opinión personal, creo que esta crisis debe ser considerada como una oportunidad para revisar pedagogías, métodos y, sobre todo, el rango de importancia que le damos a la
educación en nuestro país. Los sistemas educativos se afianzan mucho en la tradición y si continuamos utilizando la lógica tradicional, la tecnología va a ser una dinámica sin innovación. Por eso, hay que realizar una cambio en la cultura institucional. Una señal positiva es que todos nos estamos dando cuenta de la importancia que tienen las nuevas tecnologías para la educación formal.
Ping Pong
Un barrio: Valentín Alsina.
Una pizzería: POI
Un recuerdo: La curtiembre de mi abuelo.
Te gustaría para tus hijos: Dejarles amor, aprendizajes y que sean buenas
personas.
Hobbies: Danza clásica y jazz.
Por Lorena Micale (Periodista de la Secretaría de Comunicación Social)
