Por Francisco Ferrario,
Director Regional TECHO – Buenos Aires
En TECHO trabajamos hace 16 años para la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y sin pobreza. Hoy existen 450.000 familias, en los más de 1700 barrios populares de la provincia de Buenos Aires sin acceso justo al hábitat, eso significa que cada año nacen miles de niños y niñas con el derecho justo al hábitat vulnerado.
Según nuestro reciente informe publicado y los datos del Relevamiento Nacional de Barrios Populares del 2016, en el 78% de los asentamientos del país, las nuevas generaciones tienden a quedarse en los barrios compartiendo el hogar con sus padres, en una vivienda del mismo terreno o asentándose en otro próximo. Esto se da principalmente por el alza sostenida de los precios del suelo y la vivienda, así como la falta de créditos o soluciones por parte del Estado y los privados con requisitos que sean alcanzables para los habitantes de los barrios populares, todo esto siguen empujando a estas familias al mercado inmobiliario informal.
Entonces, ¿qué marca a una generación? ¿qué la define? En tiempos donde la etiqueta sobrepasa los límites de instagram, proponemos una nueva etiqueta para la generación que está naciendo, queremos que esta sea la última generación sin hábitat justo, sin una vivienda adecuada, sin acceso formal al agua, la luz, el gas y cloacas. Desde las organizaciones sociales tenemos propuestas: generar planes concretos para darle respuesta a la emergencia habitacional en la que viven miles de familias; lograr la correcta implementación de la ley provincial 14.449, de forma articulada entre la Provincia y los municipios; y darle cuerpo y presupuesto a la Ley de Integración socio urbana de barrios populares, sancionada en el 2018, deben ser parte fundamental de este camino. Políticas públicas para solucionar la problemática de fondo y en paralelo, resuelvan la urgencia que viven las familias, los niños y las niñas que se despiertan todos los días en un piso de tierra.
En estos momentos electorales, es fundamental que pensemos en la inmediatez de lo que nos atraviesa como país, pero que no dejemos de ser conscientes de que estamos eligiendo por nosotros, nosotras y por las generaciones que vienen, y que nuestras elecciones marcan las realidades y las posibilidades de miles de familias que viven en los barrios populares.
Lograr que la generación que está naciendo ahora sea la última sin acceso justo al hábitat digno depende de nosotros y nosotras, de las elecciones que tomamos, del qué y el cómo, porque la dignidad de las personas no puede esperar a entrar en una agenda política.