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El único paragüero platense trabaja en Educación

Un paraguas comprado en la universidad de la magia de Harry Potter; otro en la Cuba de los años 80. Un cuarto plagado de esas piezas exclusivas es donde, Roberto Gómez, empleado de la Dirección de Mantenimiento, desarrolla su oficio: arreglador de paraguas por oficio. El único que queda en la ciudad de La Plata.

Hace 32 años que trabaja en el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires y otros tantos que continuó con el oficio familiar de “paragüero”, heredado tras la muerte de su padre. A los 15 años se inició en el oficio y un año más tarde ingresó a trabajar al ministerio.

Sigue en el mismo taller que montó su familia hace 50 años, el 12 de setiembre de 1960 y todavía van hasta allí los clientes que le traían paraguas a sus padres. “Yo los desarmo y coso hasta el último hilito que esté flojo”, cuenta sobre el trabajo que le permite reconstruir unos 150 paraguas por mes.

Entre sus recuerdos de pedidos extravagantes rememora el de una estudiante de la facultad de Bellas Artes. La chica quería que le transformara el paraguas en una araña. Con mucho oficio encima, Roberto le invirtió las varillas y logró su objetivo. Tampoco estuvo ajeno a los pedidos de los fans de los clubes deportivos locales y elaboró paraguas con los colores de Gimnasia y de Estudiantes.

Su currículum habla de su trabajo en herrería, con caños y como soldador. Pero lo que prefiere más por todo lo que significa en su vida, es su labor reparando paraguas. “Simplemente me siento en casa. Es lo mío”, aseguró.

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