Luego de la muerte de Leandro Alcaraz el chofer de la línea 620 asesinado el año pasado, por una discusión por la tarjeta SUBE con un pasajero que se convirtió en su verdugo, la realidad de cientos de colectiveros cambió el dia a dia en la calle.
La sombra de la vulnerabilidad hoy tuvo un nuevo protagonismo en la misma localidad donde mataron a Leandro, esta vez dos balas repercutieron en la integridad de un chofer de la línea 622 que Luego de terminar su recorrido se encontró con un malviviente violento quién disparo para robarle sus pertenencias y luego huir.
«Se nos hace difícil salir todos los días a trabajar, cada uno de nosotros siempre tiene varios hechos de robo que contar, después de lo de Leandro tenemos más miedo no sólo a que nos roben, sino a que nos maten encima que salgan impunes» relató Roberto chofer compañero del colectivero baleado hoy.
Cabe destacar, que desde el asesinato de Alcaraz también desde las autoridades sindicales, y políticas buscaron tener un punto de acuerdo con respecto a la implementación de la cumplir la ley 14897, sancionada el 21 de diciembre de 2016 que obliga a las empresas de colectivos a instalar cámaras de seguridad y cabinas antivandálicas, pero hasta el momento la indecisión de algunos pocos se siente en la rutina diaria de los colectiveros.
«Lo único seguro que tenemos hasta el momento es encomendarnos a Dios, nada más que eso porque nos prometieron cámaras y no están, nos prometieron cabinas y tampoco están, mientras que nosotros tenemos que terminar los recorridos o pasar por barrios de mucha marginalidad, dónde ves a los delincuentes refugiados en las calles de los barrios y nosotros estamos expuestos a lo que ellos quieren, más en La Matanza, que en los kilómetros tenemos muchos barrios tomados, con gente humilde y otra gente que a propósito se refugia ahí para que no los busquen y terminar robando», destacó otro colectivero de La Matanza.
